sábado, 19 de noviembre de 2016

Mediterráneo

Te juré que jamás volvería a mirarte con la tristeza en cada poro, con la melancolía como estandarte.
Te dije, en mis malditos diecisiete, que si existiera la posibilidad de sobrevivir a la muerte deseaba perderme entre tus aguas cual sirena, no por la belleza, sino por la posibilidad de habitar sin fin las profundidades.

Pero ahora, tú, la expresión más pura de vida, te has convertido en la tumba de gritos ahogados. De miradas que se apagan, oraciones dirigidas a un dios sordo, que contienen la última esperanza de una fe que, desencantada, se hunde inexorablemente entre tus aguas.
Tú, con tu implacable crudeza, con tu obligada indiferencia, eres el mediador de nuestros actos infames.

Tú, que arrebataste el verde de mis ojos para esculpir azulados matices, tú, mi primer y verdadero amante, mi refugio, mi hogar.

Hoy eres sólo el  féretro de la vergüenza.


viernes, 11 de noviembre de 2016

Entre mis abismos

Soñé que estabas ahí, en el sillón, mirándome tranquilamente mientras todo se desmoronaba. Cada mueble, cada astilla de nuestra pequeña cabaña de madera. Nuestra casa, que he tejido con los hilos de mis sueños, todos estos años, para que tuviésemos un hogar en medio del Cantábrico. Pero el mar ruge, y me grita que me está esperando.

Esto es una lucha a muerte entre tú y yo, no naciste para construir casas, ni hogares, sólo eres un cuerpo desnudo que arrastra la mar. ¿Lo has olvidado? Sólo eso. Todo lo demás es artificio. No pierdas tu tiempo intentando sonreír a los demás, convencerles de que has cambiado, que ahora te reviste la serenidad y la calma. Tu alma es tormenta y sólo con el tormento saber amar, sólo en el fulgor destructivo de la mar estrellándose contra las rocas encuentras el sentido de tu pasión.

¿Te crees capaz? ¿capaz de qué? Este mundo de máscaras macabras no ha reservado un lugar para el iris de tus ojos. Jamás encajarás, pequeña extraña que buscaste refugio en el amor, el amor es un hogar y para ti no existen lugares seguros. A ti te espera mi abrazo mortal para acunarte en las noches de invierno. Tu, Sturm, has nacido únicamente para esta lucha en la que no hay lugar para supervivientes, y el tiempo se está agotando.

Una vez me dijiste, que te quedarías mirando como me ahogaba, como me devoraba lentamente el Cantábrico, sin lanzarte a salvarme, sin sentir la necesidad acuciante del riesgo. Y ese día, ese día no estaba soñando.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Hijas del bosque

Nos negaron la entrada al bosque, susurraron sus peligros
Pero el bosque es nuestro.
Hemos surcado su espíritu, trazado huellas descalzas,
inventado la danza de insurrectos cabellos
El bosque es nuestro.
Nuestra humedad se entrelaza con la tierra,
nuestras voces se confunden,
con el murmullo del viento,
 el bosque es nuestro.
Contra toda creencia, renunciamos al venerable anciano de pelo cano.
Como hijas del bosque, nos rebelamos,
porque el batir de las hojas protege nuestro secreto.

el bosque es nuestro.

domingo, 28 de agosto de 2016

Alcestis

Descendió vestida de luto, hermosísima, con la resignación que solo puede otorgar el sacrificio por amor de una mujer humana. La joven Alcestis descendía ante mis ojos con la rendición y el orgullo en la mirada. Se sorprendió tanto cuando le dije que ella no pertenecía a este reino, no en aquel instante, que no le correspondía tal destino ni tal fin. En sus bellos ojos oscuros sólo cabía el desconcierto y el miedo.
El terror hacia la muerte de aquel en cuyo lugar quería morir.

Pero yo, yo que fui arrastrada a los infiernos en contra de mi voluntad. Yo, que a pesar de mi desdicha pude emerger intermitentemente al exterior y respirar el oxígeno en compañía de los árboles, pude tornar a sentir la suave brisa y humedecer mi cabello con las lluvias primaverales una vez más.

Jamás permitiría que te quedarás aquí, niña enamorada, niña boba que fuiste entregada a tu esposo cual trofeo. Yo te salvaré Alcestis. Como salvaré a todas las mujeres mortales cuyo sino se encuentre fugazmente en mis manos.

Perséfone

"Este no es tu sitio", díjome mientras clavaba en mis pupilas sus  ojos desorbitados. "Ninguna mujer debe morir por un hombre" sentenció, y su voz, aunque firme, se dulcificó. Ella me salvó haciéndome ascender de los infiernos con sus brazos de árbol, con sus aires primaverales.

Pero yo quería morir por ti. No concebía las mañanas sin tus ojos ni las noches sin los intrépidos dedos que me desnudaron por primera vez. Yo quería morir en tu lugar porque en mi imaginación no cabe un porvenir sin ti, renunciando a tus palabras, al temblor de tu voz que grave me arrulló durante noches enteras. Te amo y prefiero deshacerme en los infiernos que aceptar un futuro viuda, desolada, sin tus labios ni tus manos.

Era mi elección y hubiera escogido morir en tu lugar un millón de veces más, porque yo soy tuya y a tus pies me rindo, a tu voluntad me debo.
Pero ella no pudo permitir la desdichada escena y me gritó "¿que estás haciendo aquí Alcestis? este no es tu destino" y suavemente me encaminó arriba, de vuelta a tus brazos.


Así fue como Perséfone me salvó de mi propio deseo.

viernes, 27 de mayo de 2016

"Gente tóxica": de la necesidad de contaminarse.

Sentada, distraída, 
perdida en el oasis de sus pensamientos,
encontrareis a la joven superviviente,
con el pincel entre sus dedos
y la oscuridad en sus ojos.


Parece otra vida y sólo han transcurrido cinco años. Cinco años desde que fuimos las peores amigas, después de conocernos, acercarnos y querernos.
Parece otra vida cuando, ante los ojos de los demás, éramos solo las "chicas mudas" que hablaban demasiado entre ellas, incapaces de comunicarse con el resto, qué delito. No pueden ser solo amigas, pensaban algunas personas, ahí hay "algo más".

Y lo había, había un mundo construido entre las dos. Ese lenguaje que inventamos las personas cuando conectamos con otras de un modo especial. Y al final ¿eso son las relaciones no? al menos yo siempre lo he vivido así, relaciones intensas a causa de este carácter tímido que me acompaña siempre.

Luego llegaron las peleas y aquella insoportable desconfianza. Y empecé a hablarle de ti a todo el mundo, pidiendo consejo. Entonces apareció, tan oportuno, en las revistas, en la boca de familiares y amigos, aquel discurso de la gente tóxica.

Y, solo con los años, he comprendido lo peligroso que es este discurso. Nos hace creer que hay personas que son en sí mismas perjudiciales, divide las relaciones en dos bandos, "la buena" (por su puesto yo) y el vampiro emocional (por su puesto tú). Y te imagino leyendo aquellos artículos o pidiendo consejos sobre mí, invirtiendo los papeles.
Y así, nuestra historia "verdadera" se pierde entre tu versión y mi versión. Seguramente, si queremos buscar una realidad, estaría entre las dos. Porque las dos tuvimos comportamientos dañinos, porque las dos alimentamos aquel bucle en el que nuestra amistad se ahogaba cada vez más.

Pero además, el discurso de la gente tóxica describe a estas personas como "vampiros" porque al contarte sus problemas absorben tu energía.La única solución es alejarse y no volver a ver a estas personas tan negativas.

¿Qué nos está pasando? Si un amigo acude a ti para buscar ayuda no es para absorber tu energía, es porque busca un consuelo.
Y si nos hemos vuelto tan miserables como para ignorar a las personas que nos importan, a las que queremos, porque nos necesitan, creo que estamos perdiendo el significado de la amistad ahogándonos cada vez más en nuestro egocentrismo. En la situación en la que estamos, necesitamos tejer redes de apoyo, redes mediante las cuales nos ayudemos los unos a los otros, y discursos como el de "la gente tóxica" nos distraen de esta necesidad incipiente, nos enfrentan.

***

Míranos, todavía hoy, buscándonos la una a la otra para saber como estamos, o para vernos. Y se que si volviese a vivir mi vida me gustaría encontrarme contigo, porque no eres una persona tóxica, juntas nos intoxicamos. Y en ese "juntas" se esconden algunos de los instantes de los que hablaba Nietzsche en "La gaya ciencia", instantes capaces de hacer que volver a vivir mi vida infinitas veces no se me antoje un insoportable tormento.

A Ana. 

miércoles, 23 de marzo de 2016

Declaración de principios.

Quédate con tu dinero. Con todo ese dinero. Con el que te sale por las orejas y te obstruye las venas. Quédate con tus lujos, tu nuevo rolex, tu moto de última generación y tus múltiples coches innecesarios. Quédate con la ambición inacabable que te ha convertido en el HOMBRE de negocios que eres, ese para el que tanto estudiaste y te preparaste. Quédate también con tus principios de libro, de biblia, con tu Matrimonio, tu Paternidad y tu exquisita educación incuestionable.Quédate con todo lo que has conseguido a base de pisar cabezas. Cabezas como la mía, como la de mis hijos y mis hermanas. Quédate con tus mariscadas de los domingos y déjame la olla repleta de arroz con verduras que alimenta a toda mi familia. Déjame. Déjame los buenos momentos, la risa imparable, el consuelo que le doy a mi hija cuando ha suspendido un examen. Déjame la media hora de sol en la cara cuando voy hacia el trabajo en autobús. Quédate con tus conversaciones trascendentales sobre los grandes problemas de actualidad en las que siempre, siempre, sabes lo correcto. Déjame la capacidad de reírme de mi misma, de todos los problemas, tomando un café con mi compañera. Déjame mis faltas de ortografía, esas que hacen que te sangren los ojos, mi lenguaje callejero. Déjame también mis días de trabajo con 38 y medio de fiebre que me convierten en una heroína a los ojos de mi hijo.

Y si algo envidio de ti, si algo te envidio, es el tiempo.

Quédate con tus vacaciones, con tus privilegios, con la vigilancia a tus empleados, con tus partidos de fútbol, con tus partidas de golf. Quédate con tu idea de personas que son más que otras personas, con la maravillosa visión de un mundo que siempre fue así y no debe cambiar. Con tu moral anti prostitutas, con tus fantasías con prostitutas. Déjame mis diez horas diarias de trabajo, mi agotamiento, mi dolor de espalda, las horas que no tengo y dedico a cuidar de mi familia, mis horas de limpiar en el trabajo, las de limpiar mi casa. Quédate tu exigencia de que tus empleados se dejen la piel, la salud y el aliento por tu negocio. Déjame mi vida, déjame mi supervivencia.

Porque cuando nos crucemos, y me mires malhumorado por encima del hombro, yo estaré pensando en algo intrascendente, con la mirada en el cielo y la sonrisa en los labios.

A la mi heroína asturiana