jueves, 27 de enero de 2011

Paseos neuróticos



Desde siempre me ha fascinado salir a pasear, en soledad, por cualquier parte, de pequeña cuando mis padres me llevaban al parque grande, solía perderme intencionadamente entre los árboles, las fuentes, la rosaleda,  las rampas enormes de hierba...
En mi familia solemos llamarlos "los paseos neuróticos", cuando necesitas simplemente irte solo a andar, perderte, evadirte de todas las personas, las circunstancias,  que cada día nos presionan un poco más hasta que al final necesitas escapar, quizá simplemente para eso, para respirar un poco de aire.
****
El caso es que el otro día andaba felizmente navegando por internet y encontré un artículo de un profesor de filosofía de Barcelona, Miguel Morey, y hablaba precisamente de esto, del paseo, resulta que para Walter Benjamin, el paseo constituía la mejor forma de encontrarse con uno mismo, un punto de encuentro entre la realidad y tu propia imaginación.
El artículo hablaba por otro lado de lo bonito, (o al menos a mi me lo parece), de lo mágico, encantador que resulta cuando das un paseo por una ciudad desconocida, o una playa o un bosque, o por tu propia ciudad pero perdiéndote, como si fuese la primera vez que andaras por ella en toda tu vida, en lo genial que es caminar sin un plan previo, sin ninguna intención, sin buscar nada en concreto. Es entonces, cuando no buscas absolutamente nada, cuando simplemente caminas a la deriva por el mero placer de escuchar a la naturaleza, a lo que te rodea, entonces es cuando encuentras las cosas más inesperadas y maravillosas.

**
Este verano, un hombre al que considero bastante "sabio" me dijo, --Para encontrarte, primero tienes que perderte.

1 comentario: