jueves, 20 de diciembre de 2012

Busco la luz

Es esa sensación, era pequeña y caminaba entre las rocas feliz, descalza, sintiendo el olor del mar y los pinos a mi alrededor. Ese intenso olor.

Demasiado pequeña para andar sola por ahí, y sin embargo allí más libre de lo que podía serlo en ninguna otra parte del universo. Viviendo los paseos solitarios como aventuras en las que el más mínimo y superfluo detalle era para mi un descubrimiento...
Más tarde, algunos años.

Era adolescente, diecisiete años, y caminaba descalza por la arena, la playa con la intensa luz del sol provocando chispas en las olas, la playa envuelta en lo mágico de un día nublado, la playa por la noche con su halo de misterio y ese camino de amarillos pasos que trazaba el reflejo de la luz lunar en el mar. En esos momentos de interminable paz, de secretos que compartes con los paisajes, contigo misma a través de los paisajes, ahí está la luz.

Esa sensación de soledad, tanto física como psicológica, de comunión absoluta con la naturaleza, con un lugar, de raíces que forjas con el corazón a un sitio, adoptándolo como tu casa aunque no sea tu casa, como un lugar que tendrás cerrando los ojos cada día de tu vida un instante, lo atraerás hacia ti aunque no puedas estar allí.

Infancia, adolescencia y juventud. Todavía en los frios y eternos inviernos, en el melancólico otoño y la primavera alegre, sigo cerrando los ojos para sentirte en mi, ahora y siempre me soprendo buscando tu luz.

***


A la playa del Torn.

sábado, 1 de diciembre de 2012

EL FIN

Sí, al fin después de mucho tiempo una película de cine me ha transmitido algo, ha tenido que ser una peli española con Clara Lago y Maribel Verdú de protas, sinceramente no recuerdo quien era el chico. Probablemente las personas que me lean pensarán bah cine español, y encima una película rara, y encima "moñas", pues si.

Es lo que hay, y de hecho considero que el cine español está injustamente desvalorizado "sexo, violencia y drogas"...no es solo eso, pero claro no es una película tan desternillante como Scary Movie o Ali G ni es la comedia romántica por excelencia "Love actually", ni Kill Bill...no, no pertenece al maravilloso cine americano que siempre que tratan el tema del fin del mundo lo centran todo en su país y en "héroes" como no, americanos que consiguen salvar milagrosamente la situación...no era una de estas peliculas tan entretenidas pero  si, me ha hecho pensar y me ha despertado algo dentro.


Explicaré por qué, la película trataba sencillamente de algo que está muy de moda ahora, tanto que hasta la siempre tan respetuosa con las mujeres marca Axe lo usa para vender desodorante, trataba  del fin del mundo.

 Las personas van desapareciendo una a una, no hay muertes gores, ni sangre. Es mucho más inquietante...se convierten en Nada.
La peli tiene ritmo, es rápida y por lo tanto no te aburres pero lo que hizo que no fuese una pérdida de tiempo haber ido al cine con este frio fue la escena final, donde en mi opinión o según mi interpretación queda claro el mensaje.

Transmitiré aproximadamente el guión de la última escena según lo recuerdo:

Félix: "Quizá, de algún modo, solo existamos mientras haya quien nos observe, mientras sigamos siendo importantes para algún otro ser humano".

Eva: " Yo lo veo mucho más sencillo. Nacemos, vivimos durante un tiempo , y al morir no queda nada. Lo importante es lo que hagas con ese tiempo."

Y, de hecho, las cosas son así la muerte en cierto modo es la nada pues al morir habrá quien te recuerde, y esas personas morirán y finalmente te habrás convertido en nada, tu cadaver se desintegrará y no quedará nada de quien un día fuiste. Así, que aprovechemos este tiempo para hacer lo que deseamos y abracemos la vida como lo que es, una oportunidad única, un tiempo limitado...un instante brevísimo de tiempo limitado que perdemos demasiado.


sábado, 23 de junio de 2012

Saltaré del acantilado

Sí, saltaré de nuevo. Sin embargo en esta ocasión será diferente; no sentiré dolor, y si lo siento trataré de exprimirlo al máximo, no de huir de él ni de apartarlo...esta vez lo saborearé como la experiencia de la vida que en último término es.

La diferencia principal será el miedo, mejor dicho la ausencia de miedo..romperé con él .Saltare sin pensar, sin darle vueltas, como un acto reflejo, con el único objeto de fundirme con el mar una vez más hasta donde es posible a un cuerpo independiente formar parte de su ritmo impersonal, de su vaivén sin intención.
  Esta vez nadie esperará abajo, porque la intención no es ir en busca de otro cuerpo, o de el alma y la mente que forman parte de ese otro, no. Si a veces quisiera simplemente no ser, desembarazarme de mi misma, no ser algo distinto, no ser un individuo ¿Cómo amar tanto a otro ser humano, cómo de una forma en la que le conviertes en alguien insustituible, en el único ser que puede hacerte feliz o infeliz, vivir o estar muerta en vida? No. Caemos en el mismo juego, siempre el mismo y debe haber algún modo de salir...quizá saltar de una roca hacia el mar no sea la salida, pero trato de buscar la vida en sensaciones, fuera de lo complicado, del lenguaje, de la identidad que la sociedad impone.

Trataré de ser la hierba, un instante de espuma, el olivo, el pájaro que canta en el olivo y la gota de lluvia que inicia una terrible tormenta de verano...intentaré escaparme de las órdenes y la cárcel de lo que debes y no debes hacer...de lo correcto y lo incorrecto, de lo que puede hacer daño a otros o no, de los celos, de los chantajes. Porque voy a ser el rayo, y las olas y un puñado de tierra, y un cadáver carcomido por un buitre hambriento, y dejaré de dar órdenes, y de imponer mi criterio, y de acusar a otras personas de un dolor que solo es mio...que en realidad no es mio, que no es de nadie, que rebota de unos a otros..por cada criatura..por todas partes.

Mi cuerpo saltará del acantilado en busca de la libertad que se que no alcanzaré, logrando quizá con suerte un instante de mentira, de simulacro, logrando quizá sentirme simplemente viva lejos de la cárcel de las palabras, de la inteligencia...de las críticas, de mi misma...y de los otros, de la separación entre "yo" misma y los otros.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Historia de un anillo

Un gato negro. Un gato encerrado en un anillo. Un anillo congelado en la imagen grabada hace ocho años. Si hubiese sido como aquel terrorífico gato del relato de Poe, estarías muerto. No habrías podido dejarlo abandonado, ignorando la promesa que trascendía al objeto. Porque habría aparecido una y otra vez, sin ser bienvenido, maullando hasta la extenuación. Molesto, como aquel amor inoportuno. Un maullido de desesperación en mitad de la noche, una voz que grita socorro ante oídos sordos.

¿Qué fue del anillo-promesa? Probablemente acabó en cualquier contenedor, o adornando dedos más dignos. O quizás, te dormiste jugando con él y te lo tragaste sin querer, sin el menor rasguño, escapando una vez más del homicidio. Después de todo, siempre tuviste suerte.

Si nuestra historia fuese como la del relato de Poe, yo habría acabado muerta. Y el anillo emparedado en un sótano cualquiera, de los muchos hogares que habitaste alguna vez. Pero yo no soy un fantasma, ni la esposa de nadie. No fui yo la que recibió de tus labios falsas promesas cerca del Golden Gate, vestida de blanco, con los ojos brillantes de ingenuidad.

Al final, fue la casualidad la que cumplió nuestra promesa, porque el azar tiene la maldita manía de jugar con trenes. Y no hubo anillos, solo pérdida.

No voy a olvidar aquel diente roto, ni la fecha de tu cumpleaños, ni el espectro del código de barras en tus muñecas. Tampoco el patinaje artístico, la falta de hierro o el plan homicida de los plátanos.

Pero el gato negro, el nuestro, hace tiempo escapó del anillo y su maullido era suave, indoloro y pacífico. Casi indiferente. Su maullido era de perdón, un perdón involuntario, como la imposibilidad del olvido.