jueves, 20 de diciembre de 2012

Busco la luz

Es esa sensación, era pequeña y caminaba entre las rocas feliz, descalza, sintiendo el olor del mar y los pinos a mi alrededor. Ese intenso olor.

Demasiado pequeña para andar sola por ahí, y sin embargo allí más libre de lo que podía serlo en ninguna otra parte del universo. Viviendo los paseos solitarios como aventuras en las que el más mínimo y superfluo detalle era para mi un descubrimiento...
Más tarde, algunos años.

Era adolescente, diecisiete años, y caminaba descalza por la arena, la playa con la intensa luz del sol provocando chispas en las olas, la playa envuelta en lo mágico de un día nublado, la playa por la noche con su halo de misterio y ese camino de amarillos pasos que trazaba el reflejo de la luz lunar en el mar. En esos momentos de interminable paz, de secretos que compartes con los paisajes, contigo misma a través de los paisajes, ahí está la luz.

Esa sensación de soledad, tanto física como psicológica, de comunión absoluta con la naturaleza, con un lugar, de raíces que forjas con el corazón a un sitio, adoptándolo como tu casa aunque no sea tu casa, como un lugar que tendrás cerrando los ojos cada día de tu vida un instante, lo atraerás hacia ti aunque no puedas estar allí.

Infancia, adolescencia y juventud. Todavía en los frios y eternos inviernos, en el melancólico otoño y la primavera alegre, sigo cerrando los ojos para sentirte en mi, ahora y siempre me soprendo buscando tu luz.

***


A la playa del Torn.

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