lunes, 4 de noviembre de 2013

Sobre mi deseo.

Ardo.
No es adecuado a tus ojos,
pero yo ardo.

Incandescentes mis labios, mis manos, mis pantorrillas,
cada ápice de mi piel te desea, te anhela,
y  yo ardo.

No pienso, no controlo, no calculo,
en este momento ardo.

Piensas que soy tu victoria,
tu pequeña meta,
tu presa o tu reto.

Sin embargo yo soy yo,
solo yo,
sola, yo,
y ardo.

No me libero de tu cuerpo,
de tus dientes, de las manos, las piernas, la espalda,
abajo, abajo, abajo.
La nuca en la que clavo mi mirada incansable.

Quiero que seamos dos,
entrelazados, encajados,
tu y yo.
Aquí nadie gana,
 o ganamos los dos,
confundiendo los papeles,
ardiendo,  en un mismo golpe, a la vez, en sincronía.

Ahora,
solo existe ahora.
No hay sitio para más.
No hay amor o quizá sí,
no es relevante ahora.

No hay vergüenza, no hay tabú.
¿Te arrepientes tú?
yo no.

No me han enseñado a arder, sino a congelarme.
Y yo ardo, ardo, ardo.