sábado, 27 de abril de 2019

V.

 Era tan desobediente,
como el viento de poniente,
revoltoso y juguetón.


Ustedes la verían haciendo equilibrios al borde del abismo, sin miedo. Con la seguridad que solo dan los años que le faltan y la inmadurez más despótica brotando a gritos de sus entrañas. La verían con su sudadera por las rodillas, con el sol en cada rizo despeinado. La escucharían hablar con madurez, inteligencia,  prepotencia, ingenuidad y estupidez en la misma conversación. La verían pisotear con rabia la edad de "la niña bonita" con el puño en alto y los pies en el cielo.  Ustedes quedarían prendados de la fuerza de su mirada en un instante infinito, si ella quisiera. La admirarían, la amarían, la odiarían. Querrían pulirla, educarla, domesticarla. Ustedes le dirían, "controla esa energía" mientras ponen los ojos en blanco. La observarían demasiado cuando besa a esa chica. Se sentirían, a su pesar, un poco incómodos acomodando sus cuarenta y tantos veranos en los botones de sus camisas . Querrían, en el fondo, llamar desesperadamente su atención.

 Mientras tanto, ella lee silenciosamente un libro o se pierde momentáneamente observando el vuelo de un pájaro. Susurra convencida: "hay esperanza en mi generación". Mientras tanto, ella les ignora deliberadamente y continua haciendo equilibrios al borde del abismo, sin miedo.

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