jueves, 21 de junio de 2018

Insomnio

No existe el tiempo durante un insomnio. A veces, tramposo, finge su propia existencia, te lanza agujas giratorias y te las clava en los párpados. Tú los recibes como alfileres diminutos y vas contando  las horas de menos, las horas de más. Tic tac, tic tac...

Entre tanto, la noche avanza.

Uno a uno, a veces todos de vez, aparecen los fantasmas. Empeora con la edad. Comprendes, poco a poco, que los fantasmas existen en tus entrañas, no en el afuera. Siempre es más fácil enfrentar un enemigo externo. Ahora ya no eres un niño, de nada servirá gritar o pedir ayuda.

El insomnio, posesivo, te quiere para si mismo, no permite compañías. El verdadero insomne sabe que de nada sirven las pastillas cuando se impone el silencio. Cuando los párpados permanecen abiertos como platos. Entonces, mira los alfileres de frente, sujétalos en el aire y frénalos uno a uno. Recuérdalo. No existe el tiempo durante un insomnio.



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